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Ruleta, "Enamorar a la reina del salon"

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Mensaje por Gherzio Mar Sep 10, 2013 11:10 pm

Cap. III – El pacto.
Millones de jugadores en el mundo buscan vencer la ruleta, lo que no saben, es que en el fondo solo deben buscar la manera de vencerse a sí mismo”


Ese día al despertarme bastante temprano cambie mi rutina, estaba acostumbrado a levantarme cerca de las seis de la mañana, prepararme unos mates y sentarme a leer algún apunte relacionado con el juego de ruleta en busca de aquel sistema milagroso, ese día fue distinto, prepare los mates y unas tostadas y cuando me senté, busque una vieja biblia que había usado de chico en catequesis y comencé a leer sobre la procedencia de satanás, me intrigaba como un numero relacionado al diablo, fuese parte de un juego creado por el hombre, tan solo un número más o un numero menos y aquella suma no daría seiscientos sesenta y seis, no podía ser una coincidencia, un acto divino del azar, seguramente debería haber alguna relación oculta que estaba dispuesto a descubrir.


Mientras leía esa biblia, la figura de Adolfo, comenzaba a ser recurrente, quizás no tenía demasiado sentido tratar de averiguar en las sagradas escrituras aquella relación si en un rato me encontraría con aquel hombre que contestaría mi pregunta; deje la biblia sobre la mesa de la cocina, proseguí la ronda de mates y aunque tenía cuarenta y siete años ya, y una vida desperdiciada por el juego, la sensación de alcanzar la quimera estaba intacta.


Después de recibir el título de Arquitecto, tuve oportunidades laborales que desperdicie en cada casino que visite, residí algunos años en córdoba, mientras trabajaba para el ministerio de obras y servicios públicos de aquella provincia, puesto que logre gracias a Daniel, quien se había casado con la hija de un importante e influyente político de aquel lugar. También intente trabajar de manera independiente con un socio, pero mi adicción arruino aquella sociedad y los pasillos de tribunales fueron testigos de mi ruina económica, solo me quedo la casa que habitó actualmente, una pequeña vivienda de sesenta y tres metros cuadrados muy deteriorada producto del paso del tiempo y mi desapego por los bienes materiales.


Todas las relaciones con el sexo opuesto terminaban antes o después de una noche de casino y tan solo los números telefónicos en mi agenda personal encierran algunos recuerdos de aquellas mujeres.


Cuatro, siete, tres, veintidós, ochenta ese número no figura en mi agenda, ese número es de Andrea y está gravado en mi memoria, la conocí cuando cursaba cuarto año en la facultad, en cálculo de hormigón armado, una catedra perteneciente al ingeniero Peralta, un viejo cascarrabias que año tras año repetía la misma broma. “Los arquitectos son seres híbridos, porque no son lo suficientemente machos para ser ingenieros ni lo suficientemente putos para ser decoradores de interiores” broma que era festejada con algunas risas frías, porque en el fondo esa disputa entre arquitectos e ingenieros siempre está latente.


La plasticidad de las curvas del cuerpo de Andrea, contrataban con aquellos cálculos engorrosos en donde coeficientes de seguridad y pesos específicos de materiales como el cemento o la piedra partida hay que memorizarlos y recitarlos como poemas al viento. Era una joven muy valiente, había venido de misiones, su provincia natal a estudiar a La Plata con tan solo dieciocho años recién cumplidos, se alojaba como todo estudiante del interior en una pensión cercana, trabajaba como promotora los fines de semana para poder bancarse su carrera y aquella fiesta de bienvenida que organiza anualmente la facultad para los ingresantes a la universidad fue la noche en donde nos enamoramos perdidamente, hace años no sé nada de ella.


¿Cómo habrá conseguido aquel hombre el gran secreto para doblegar a la bestia?


Esa pregunta daba vueltas todo el tiempo en mi cabeza, ¿me enseñaría su secreto a mí, un simple desconocido?


Tenía poco dinero en ese momento y decidí asistir a aquella reunión programada muy temprano, tengo que hacer tiempo hasta que llegue Adolfo, no puedo jugar a lo loco y perder rápido, me repetía constantemente mientras me acercaba lentamente a la puerta vidriada que encierra las ruletas en la sala vip de bingo platense. A llegar, mire gesticulando de manera grandilocuente buscando a aquel hombre, a tal punto, que se acercó la chica que carga el dinero en las maquinas a preguntarme.


-Necesita algo, señor. Su máquina lo espera.


Tantos años asistiendo al mismo horario, la misma chica del lugar, ¿mi máquina?, como si el sentido de pertenencia fuese necesario.


-No querida, espero a un amigo.


-Le doy un número si prefiere, pero debo retirar el cartel de reservada a la terminal y si viene alguien a ocuparla debo darle el lugar. Usted conoce bien las reglas de la casa.


Aquellas palabras parecieron desafiantes, no podía permitir que mi reina cayera en manos de cualquiera, no estaba dispuesto a dejar el lugar de caballero a cualquiera que pretendiera tomarlo.


-No, está bien, ahí ocupo mi máquina.


Al sentarme, y cargar dinero a la terminal, trescientos créditos marco el display, esa rara costumbre de trasformar dinero de curso legal en créditos tiene una explicación psicológica, el quitarle valor simbólico al dinero para transformarlo en créditos perdibles sin sentimiento de culpa durante el proceso de juego.


Si esta ruleta, tira una bola cada minuto aproximadamente y solo juego de a un crédito por bola, tendré tiempo para resistir la batalla hasta que llegue Adolfo pensé, y comencé a apostar de tan solo una ficha por bola, como Adolfo, pero mis apuestas no tenía sentido alguno, solo jugaba al número salido anteriormente; luego de unas horas, todavía tenía 297 créditos, solo había perdido hasta el momento 3 créditos, había tenido suerte, pensé.


Mientras seguía con esa rutina de apostar un solo crédito por bola al número salido con anterioridad a la apuesta, vi que al abrirse la puerta vidriada, la figura de Adolfo se asomó, le hice un gesto en forma de mueca con el rostro para que me viera y se acercó lentamente hacia mi lugar. Al llegar acerco su boca al oído derecho y con una voz suave pero firme me dijo.


-Hijo, vamos a dar un paseo.


Me pareció rara esa propuesta, pero acepte sin demasiadas quejas, me levante, baje los créditos de la mesa, 324 y luego de pasar por la ventanilla a cobrarlos, Adolfo me indico el estacionamiento del lugar, ahí tenía su auto, yo había vendido el mío hacía tiempo.


A pesar de la avanzada edad de Adolfo, tenía un cero kilómetro color negro que manejaba sutilmente a una velocidad importante. Me sentía confundido, estaba siendo el copiloto de un hombre al que solo había visto dentro de un casino, pero la curiosidad por conocer el gran secreto de Adolfo, me mantenía callado y a la espera.


Al llegar frente a un edificio bastante lujoso ubicado frente a la plaza paso de la ciudad, detuvo la marcha y me invito a su departamento que se encontraba en el undécimo piso de aquel edificio.


La atmosfera de ese lujoso departamento de una arquitectura vanguardista y pulcra con líneas simples y firmes, contrastaban con ese hombre de avanzada edad, al abrir la puerta principal del departamento, un pequeño gatito corrió al encuentro de Adolfo.


-¡Venga con papi!- exclamo Adolfo, y tomo entre sus arrugadas manos a aquella mascota que aumento su ronroneo con la frecuencia de las caricias de Adolfo.


-Siéntese hijo, me dijo Adolfo, mientras me indicaba con su mano derecha un cómodo sofá color blanco que estaba ubicado frente a un gran ventanal desde el cual se veían todos los colores del arco iris que reflejaban las remeras de los chicos corriendo detrás de una pelota en la plaza paso.


-La verdad, todavía estoy confundido, no sé qué hago acá.


Le manifesté a aquel hombre que con el paso de los minutos parecía el abuelo que nunca tuve.


-Mire, no tengo tiempo para perder, me diagnosticaron cáncer de colon, ya tengo metástasis en hígado y algunos nódulos en el pulmón derecho, con suerte, si el de arriba quiere, me quedara un año o dos, vaya a saber uno, con lo cual quiero proponerle un pacto de caballeros.


Esa confesión me perturbo, pero moví mi cabeza en señal de afirmación para que Adolfo prosiguiera hablando.


-Yo le voy a enseñar a usted como vencer la ruleta, y usted a la hora de mi muerte, se encargara de todos los menesteres necesarios para mi cristiana sepultura, donara todos mis bienes a una fundación sin fines de lucro, la que usted elija y se hará cargo de cuidar a mi bebe, señalando al felino que dormitaba entre las piernas de Adolfo.


Extendió su mano derecha en busca de la mía y aunque yo estaba aturdido aun por las palabras de Adolfo, extendí mi mano derecha y la fusión de esas dos voluntades confirmaron el pacto.


-------------
Fragmento:
Novela Ruleta "Enamorando a la reina del salon"
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Mensaje por 100 fichas Mar Sep 10, 2013 11:40 pm

que bien se te da, tanto es así que conforme leía parecía estar viendo a los personajes con mis propios ojos, sin darme cuenta me iva introduciendo en la historia hasta ese punto.


un saludo

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Mensaje por 13N Miér Sep 11, 2013 12:19 am

Muy bueno. Mantiene la sensación de alcanzar la quimera. Pasemos a la parte del secreto para ganar... Jeje
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Mensaje por Invitado Miér Sep 11, 2013 10:47 am

Esto entra en la categoría de "Novela ruletera", jejeje.
Hay alguna posibilidad de conseguirlo Gherzio?
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Mensaje por Gherzio Miér Sep 11, 2013 11:55 am

Hola El coyote

Es parte de una novela que estoy escribiendo.
Cuando la termine, seguramente la subire.

Un saludo.
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Mensaje por ser32 Mar Sep 17, 2013 6:24 am

Me encanto me meti en la historia ,imaginando los personajes y me quede con mas!!
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Mensaje por Invitado Miér Sep 18, 2013 2:12 am

No olvides pasarmela cuando la tengas. Yo tambien estoy escribiendo algo parecido.
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Mensaje por Gherzio Vie Oct 11, 2013 11:28 am

Cap. I – La reina del salón
“Entre miles de elegantes y distinguidas señoras, solo ella tiene la particularidad de enamorar al mismo tiempo al caballero y al plebeyo”




Pasadas la medianoche del catorce de febrero de mil novecientos sesenta y seis, éramos muy jóvenes aun, maravillados por la escenografía de una ciudad plagada de turistas, jóvenes mujeres que en grupo caminan por la peatonal San Martin en busca de ilusiones, riendo libremente como si el tiempo no trascurriese jamás. Nosotros caminábamos detrás de esos grupos de colegialas sin uniforme tratando de alcanzarlas y buscando la forma más audaz de llamar su atención, deteníamos suavemente la marcha para mirar alguna vidriera que habíamos visto más temprano con el solo propósito de hacer gestos bruscos señalando alguna prenda de ocasión con el firme convencimiento que seriamos vistos, hablábamos fuerte, gritábamos, nos reíamos y ellas, imperturbables seguían su marcha firme, desfilando sin bastón de mando pero seguras de sus pasos.


Fue esa noche, cuando Javier, el menor de todos nosotros, perdió su vista al llegar a la avenida Colon en dirección a la playa y señalando con el dedo índice el infinito, pregunto tímidamente.


– ¿Aquel edificio, que es?


Daniel, el mayor del grupo, miro furiosamente en la misma dirección que Javier y dando catedra de su mayoría de edad como si fuese el anciano de una tribu urbana, le dio unas palmaditas paternales en la espalda y le contesto.


-El casino.


-Vamos a conocerlo, grito Javier.


Sus palabras, parecieron el pedido de un condenado a muerte que espera ansioso una última cena en su celda, yo, mire de reojo aquella casa de piedra e imagine su contenido, tenía apenas diecisiete años, los había cumplido ese mismo verano.


-Son menores ustedes dos, no los dejan entrar, tienen que ser mayores como yo, dijo Daniel, haciendo gala de haber nacido cronológicamente antes que nosotros dos.


-Conozco a un amigo de mi primo, que nos puede truchar el documento-, exclamó Javier, sin resignarse a conocer ese lugar.


-El año que viene, entramos seguro, ya van a ser mayores.


El grupo de chicas, se había alejado demasiado, eran presas que burlaban a su antojo a tres cazadores que recomenzaban a orientar su búsqueda en otro grupo.


Al regresar al hotel donde nos hospedábamos y luego de ducharnos, dormimos demasiado tiempo, al despertarme, Salí a la calle en busca de una panadería para las clásicas medialunas, tanto Javier como Daniel, solían dormir más horas que yo, que había mal acostumbrados a mis amigos a despertarse y tener servido el desayuno, era la segunda vez que pasábamos juntos en Mar del Plata quince días.


La rutina, fue casi siempre la misma, desayunar en el cuarto de hotel, (el dinero no alcanzaba para la media pensión) luego, recorrer la playa en busca de futuras presas, bañarnos muy cerca de ellas, tratar de recordar sus rostros y buscarlas por la noche en la peatonal, generalmente, Daniel conseguía alguna noviecita de verano, y Javier y yo, solo recogíamos alguna amiga que custodiaba celosamente de cerca, las reglas eran claras entre los tres, si alguno entablaba alguna relación que propiciara una buena noche, los otros deberíamos respetar al cazador y no regresar al hotel, siempre terminábamos los tres, jugando al póker en la habitación o el lobby del hotel.


El verano siguiente, fue igual, al menos, los primeros días, toda la rutina se mantenía, ya éramos mayores y paseábamos más seguros por la peatonal en busca de esa aventura que no llegaba.


Una de las noches, volviendo cansados para el hotel, Daniel apuro el paso y al llegar a la plaza Colon, frente al carrusel que habíamos visitado el primer verano, nos señaló el casino sonriendo.


-Ya somos mayores todos, podríamos ir a conocerlo.


Javier, recordó que no solía llevar el documento encima, y burlonamente manifestó su disconformidad por esa idea.


–Mañana vayamos, hoy estoy cansado.


Solo bastaron miradas, para regresar al hotel, pero mi sensación fue distinta a la vivida el año anterior, esas palabras de Daniel, daban vuelta en mi cabeza, ya somos mayores, ya era mayor de edad y podría asistir formalmente a un casino, de chico, mi padre me había contado anécdotas de ese mundo, había sido un jugador compulsivo y me recordaba permanentemente que el casino era el lugar antagónico de la iglesia, en ese lugar, la misa la da el diablo solía decirme.


De chico, yo había vivido una infancia plagada de riquezas, pero el juego, había hecho que mi familia quedara tan endeudada que terminamos alquilando una pequeña vivienda en la ciudad de Maipú, habíamos migrado huyendo de las deudas y los peligros de deberles dinero a prestamistas. En aquel pueblo, (mi sensación siempre fue esa, era un pueblo, comparando Maipú como mi ciudad natal, La Plata) conocí a Javier y Daniel, en la escuela secundaria Domingo Faustino Sarmiento.


No podía dormirme, pensando en entrar al casino, me veía rodeado de adultos, tomando alguna bebida con alcohol, era raro pensarme de esa manera, ya que no tomaba, pero las anécdotas de mi padre, las recordaba muy bien, también las borracheras cuando regresaba de dilapidar el dinero en aquel casino.


-Siempre igual, ustedes dos, si no les preparo el desayuno, no se despiertan.


Ese día, era más temprano que de costumbre, me había levantado a las siete de la mañana, había recorrido la ciudad en busca de las medialunas, quería que el día se fundiera con la noche, deseaba entrar al casino central de Mar Del Plata.


El día de playa, fue uno más, nada importante nos ocurrió, las olas, seguían rompiendo cerca de alguna chica rubia que intentaría buscar por la noche, aunque esa noche, mis sentidos no serían los mismos, no me intereso cazar, antes de salir del hotel rumbo a la peatonal, revise mis bolsillos, conté el dinero, busque mi documento que era el testigo de mi mayoría de edad y mientras Daniel se terminaba de sacar la arena en la ducha, me acerque lentamente a Javier, que recostado en la cama, miraba televisión y le exigí.


-Lleva el documento hoy, no sé qué van a hacer ustedes, pero yo, pienso entrar al casino.


Esa sería mi presa, no busque la chica rubia de la playa, apuraba los pasos por la peatonal, como queriendo apurar el tiempo, cada vez que nos deteníamos en algún comercio, mis gestos de fastidio eran más evidentes, a cada rato, les manifestaba que esa noche sería la primera vez en un casino, sería un debut importante.


Todavía recuerdo aquella noche, los tres mosqueteros (Así nos apodaron en la secundaria, ya que andábamos juntos para todos lados) cierro los ojos y veo como cada paso nos acercaba a un mundo desconocido, al menos, a vivencias que son intransferibles.


El color dorado de las puertas giratorias del casino central y aquella escalinata vestida con una alfombra roja hicieron que mi respiración se entrecortara, disfrutaba cada paso que hacía, me sentía todo un triunfador regresando de alguna batalla medieval entrando a su castillo en busca de su reina. La atmosfera viciada por el humo del cigarrillo, tapados de piel, vasos de wiski en manos de elegantes señores comenzaban a hundirse en mis retinas, una escenografía jamás contada por mi padre se hacía presente ante mi ser.


El ultimo escalón me enfrento ante ella, parecía un mujer dócil que comienza susurrado al oído palabras dulces y en cada giro me seducía buscando enamorarme. –No va más, grito una figura robusta, y el sonido de una bolita girando sobre un plato de madera paralizo el tiempo. –Negro el 8.


Todavía recuerdo aquel número, aquella bola lanzada, aquella mesa de ruleta, ahí estaba la reina del salón y yo, un caballero dispuesto a enamorarla.




........
Continuara
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Mensaje por hangar555 Vie Oct 11, 2013 5:30 pm

forista sergidio ¿usted es maestro , músico escultor , escritor, por casualidad usted no viaja en cruceros,?de todos modos que lindo que escribe pensó seriamente dedicarse a la escritura ? digo a la falta del poeta buenos son los escritores (entre lineas) siga así que encontró lo suyo 
espero con ansias los capítulos que siguen un pajarito me contó que algunos foristas están representados en esta historia ?
le mando un afectuoso abrazo y gracias por tenerlo como compañero de ruta



pd: dale que me la jugué todo a par y le puse dos fichitas a negro el 2
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Mensaje por Gherzio Vie Oct 11, 2013 11:08 pm

Estimado Hangar333

Los maestros estan en la escuela, (siempre y cuando no haya paro gremial, y vio, el sindicalismo argentino, tiene uno no se que...)

Musico, que va, con muchisimimo laburo, tarareo la cucaracha, (la primer estrofa, no abuse)

Escultor, de chico, con plastilina, hacia unos autitos.....

Escritor, menos que menos, solo trato de unir consonantes con vocales....

Lo de viajar en cruceros, se lo debo, por el momento, hago, chapa-chapa en la pelopincho....

mmm, el pajarito ese, le conto mal.....aunque, pareciera que si.....

Un abrazo

PD. No se preocupe si baja de a 111, sube rapido, espere el pico...
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Mensaje por Gherzio Jue Oct 31, 2013 8:20 pm

Cap. II – 37 números, un paño y un cilindro.


“Una verde pradera guarda entre sus inscripciones numéricas maldiciones de proporciones bíblicas”


Pasaron varios años ya, desde mi primer encuentro fugas con la reina del salón aquella noche de verano, hace tiempo que no sé nada de Javier, quien se embarcó en noviembre de mil novecientos setenta siete, escapando de la dictadura, en su última carta me cuenta que en España, consiguió trabajo en un restaurante cuyos dueños, son una pareja mayor de argentinos que emigraron mucho antes que él. Con Daniel, cuando nos juntamos a tomar una cerveza, siempre lo recordamos, hablamos de aquellos veranos donde correteábamos los grupos de chicas por la peatonal y también nos preocupamos cuando estuvo un año chupado sin saber nada de su vida, siempre fue socialista confeso y su vocación sindical lo había puesto en una lista negra y por eso tuvo que exiliarse con pasaporte y documentos falsos que le confecciono un amigo de su primo.






Daniel, siempre igual, sigue siendo el líder de la tribu, ahora, una más grande, tiene cuatro pibes y solo nos vemos el último viernes de cada mes, nos encontramos siempre en el mismo bar de la calle 47, el mismo que nos cobijó cuando cursamos la carrera de Arquitectura y Urbanismo en la ciudad de La Plata, mi ciudad natal.


Yo aún sigo buscando enamórame para serle infiel a ella, a mi compañera desde hace más de tres décadas, me sigue seduciendo con palabras dulces, aunque sean más esporádicas que antes, y los castigos duren mucho más tiempo ahora.


Gracias a mi formación técnica, y aquellos engorrosos cálculos estructurales de la facultad, las matemáticas son una ciencia que logre dominar con bastante precisión, pero la belleza estética de los números, no viene precisamente por el lado de proporciones áureas o derivadas, viene dada desde la perfección que un paño de ruleta y sus números parecen esconder el secreto del santo grial.


Uno de esos días, donde era habitué del único bingo que conocía hasta ese momento, sentado al lado mío, en un ruleta electromecánica se sentó un viejito, no me llamo la atención su vestimenta ni su costoso reloj de pulsera, lo que me llamo la atención, fue un misterioso juego que desarrollo durante su permanencia en aquella ruleta. Mientras yo, seguía enojándome y apostaba furiosamente cubriendo todo el paño, aquel hombre, solo apostaba de una sola ficha por bola y tan solo con una sola ficha, día tras día, se retiraba con ganancias, mientras mi desenfreno me llevaba a la ruina.


 -¡Otra vez el 36! La puta madre….siempre lo mismo esta máquina, tengo coronado a full el 11 y la hija de puta me tira el 36.


 -La ruleta es la hija predilecta de satanás. Deslizó suavemente aquel viejito.


Una herencia que mis padres me habían dejado, era una buena educación formal, jamás faltarle el respeto a los mayores, pero al escuchar esas palabras absolutistas en boca de aquel viejito y enceguecido por la acumulación de perdidas constantes aquel día lo mire fijamente a los ojos y le lance una catarata de epítetos irreproducibles. El hombre, sonrió amablemente y casi susurrándome al oído repitió su sentencia y la amplio.


-La ruleta es la hija predilecta de satanás. Pero sin necesidades de pactar con el demonio, se puede doblegar a la bestia.


Escuchar que se podía doblegar a la bestia, basto para que me ira se fuese transformando en curiosidad.


-Discúlpeme, pero estoy limado de tantas perdidas, no suelo insultar a la gente, discúlpeme.


-Lo entiendo hijo, todos fuimos perdedores alguna vez.


-¿Por qué dice que la ruleta es la hija de satanás? Le pregunte en voz baja, para mantener el incipiente dialogo.


-Sume todos los números de la ruleta y fíjese que numerito le da. Dele hombre, no sea tímido. Sume.


Estaba bastante grandecito ya, para ponerme a sacar cuentitas como un escolar, pero el remordimiento por haber tratado tan mal a aquel viejito, hizo que me tragara mi orgullo y comenzara a sumar cada numerito de la ruleta. 1+2+3+4+5+6………+33+34+35+36 = 666.


Quede paralizado al ver aquel resultado, jamás fui una persona que se perturbara por cuestiones paganas o esotéricas, pero la seguridad de las palabras de Adolfo (Conocí su nombre tiempo después) habían calado hondo en mi subconsciente, más de tres décadas tratando de seducir a la hija del diablo y ella imperturbable solo hacia su trabajo. Matarme en vida. Continúe sentado al lado de aquel hombre sin apostar, solo miraba su juego y como se movía libremente con tan solo una ficha por bola sobre aquel paño verde burlándose del mismo lucifer, era común verlo retirarse con ganancias todos los días, pero aquel día, el primero de una serie de charlas filosóficas y lúdicas, la majestuosidad de ese hombre pequeño y maltratado por el paso de los años comenzaba a subirse al más alto pedestal de mi historia personal.


-Hijo, mañana, vengo a la hora de siempre, cada vez que llego veo que usted esta acá, mañana, si quiere transformarse en un jugador profesional, siéntese a mi lado, me queda poco tiempo ya de vida y no quiero llevarme el gran secreto a la tumba.


Luego de aquellas palabras, se levantó y caminando muy suavemente se retiró del lugar, yo quede murmurándome cosas sin sentido y regrese a mi casa en busca de alguna respuesta lógica que encajara con aquel 666. En casa, tenía una ruletita de plástico y un tapete que hacía las veces paño, en el, practicaba ciento de sistemas para ganarle a ese juego, sistemas que pululan en páginas web como miel para que jugadores incautos los compren en busca de la felicidad eterna, había comprado varios y cada vez la ilusión ante la presencia del sistema infalible para enamorar a mi reina era más tenue, no había sistema infalible, al menos no lo conocía, pero la sensación de la perfección del juego de aquel viejito me mantenía con una carga de adrenalina mayor que antes, aquellas últimas palabras que había pronunciado antes de retirarse resonaban en mi mente.


 


“Si quiere transformarse en un jugador profesional, siéntese a mi lado, me queda poco tiempo ya de vida y no quiero llevarme el gran secreto a la tumba”.


 
 


Última edición por Gherzio el Vie Nov 01, 2013 6:01 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Tanausú Jue Oct 31, 2013 9:10 pm

¡Valla¡ esto engancha...
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Mensaje por 100 fichas Jue Oct 31, 2013 9:36 pm

y tanto que engancha.

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Mensaje por Gherzio Vie Nov 01, 2013 5:37 pm

Cap. IV – El criterio de selección.
“Aunque seamos capaces de adivinar el número que saldrá la próxima bola, el azar se encargara de correr nuestra ficha de ese lugar”

Aquel pacto entre caballeros hubiese sido un festín legal para cualquier prestigioso estudio de abogacía, ya que un contrato legal debe favorecer a ambas partes, y este era sin duda un contrato leonino, yo recibiría la fórmula mágica para hacerme millonario y como contraprestación solo debía encargarme de los restos de un anciano y su gato, además, muerto el viejo, quien controlaría que donara sus bienes. Desde aquella tarde donde nos estrechamos las manos todos los días fueron iguales y distintos a la vez, iguales por la rutinaria visita que debía realizar al departamento de Adolfo, y distintos porque con cada historia que Adolfo me contaba, piezas de un rompecabezas formaban un maravilloso cuadro.

El primer día que asistí a aquellas clases magistrales, fue dentro de un crudo invierno y al llegar al edificio pasadas las nueve de la mañana, Adolfo se encontraba esperando en el hall de acceso, charlando amablemente con Francisco, el portero, un tano bastante rudimentario para entablar conversación, pero Adolfo manejaba muy bien algunas lenguas sureñas de la península.

-Lindo día, para arrancar elegimos Don Adolfo- le dije al entrar al edificio.

-hijo, los días no son lindos o feos, son días, la subjetividad con que vemos el paso de cada día y las situaciones que afrontamos nos proporcionan sentimientos encontrados, y a lo mejor, para usted hoy es un día fulero y para mí, el día más maravilloso de todos, comienza un camino de redención.

Debo reconocer, que esas palabras me perturbaron bastante y hasta pensé en salir corriendo de aquel lugar, yo, simplemente había mencionado una frase hecha para expresar el duro frio que hacia ese día y Adolfo me respondía con algunos cuestionamientos filosóficos, debo haber mirado de manera muy extraña a Adolfo, porque luego de unos segundos de silencio, soltó una carcajada y buscando la complicidad de Francisco con la mirada, dijo.

 –Subamos hijo, ya sé qué hace un frio bárbaro hoy, y arriba tengo la calefacción encendida.
 
Durante el trayecto en el ascensor, ninguno de los dos menciono palabra alguna, solo respiramos y mirábamos el techo del habitáculo como queriendo apurar su marcha, ya dentro del departamento, Adolfo me invito a pasar y tomar asiento en un cuarto amplio que parecía un estudio de grabación, ya que sus paredes totalmente forradas con materiales acústicos y la ausencia de ventanas trasmitían esa sensación.

En un escritorio antiguo, muy valioso, de madera lustrada y torneada, Adolfo tenía una enorme cantidad de libros abiertos y apilados, parecían enciclopedias caras con tapa dura y hasta algunas forradas en cuero. Detrás del escritorio, en la pared de fondo, un cuadro en donde la figura de una bella mujer desnuda bañándose en un lago parecía tomar vida por las luces direccionadas hacia ella.

-Martin, hoy comienza un camino nuevo para usted, anote esta fecha y remárquela, porque ella lo perseguirá el resto de sus días-. (Todavía conservo la servilleta de papel que me ofreció Adolfo para anotarla, 07 de julio de 1997.)

-Don Adolfo, antes de comenzar, me gustaría preguntarle algo, ¿puedo?

-Si hijo, dígame.

-¿Por qué me eligió a mí?

-Yo no lo elegí, fue el azar quien lo eligió a usted.

-No lo entiendo. ¿Podría ser más claro?

-Esa tarde, antes de asistir al casino, tuve que ir al consultorio del oncólogo Fernández, el me atiende desde que comencé con la quimioterapia, esa tarde, el doctor, me confirmo ante mi insistencia, que con reposo y buena vida, a lo sumo, durare un par de años, dese cuenta, que seguramente exagero, si dijo dos años, es porque me debe quedar uno y unos meses, mientras manejaba hacia el casino, tome la decisión de no llevarme el secreto a la tumba y cuando usted se sentó al lado mío y encima me insulto por perder, pensé, que mejor que enseñarle a este estúpido. Se da cuenta, el azar lo eligió a usted, yo no, yo solo acompañe el proceso del azar.

-Podemos empezar ahora. Me dijo con una mueca de sonrisa controlada en su boca.

-Si hombre, empecemos.





 
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Mensaje por superisma Vie Nov 01, 2013 7:30 pm

Compañero Gherzio,le pido por favor que no abandone este hilo asta su fin...las obras de arte siempre perduran en el tiempo,despues de nuestros dias estas lineas seguiran vivas,pues no merecen otra cosa.........mi mas sincero agradecimiento y abrazo...UN SALUDO A TODOS LOS FORISTAS
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Mensaje por Tanausú Vie Nov 01, 2013 7:42 pm

No pare...
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Mensaje por Gherzio Sáb Nov 02, 2013 1:06 pm

superisma escribió:Compañero Gherzio,le pido por favor que no abandone este hilo asta su fin...las obras de arte siempre perduran en el tiempo,despues de nuestros dias estas lineas seguiran vivas,pues no merecen otra cosa.........mi mas sincero agradecimiento y abrazo...UN SALUDO A TODOS LOS FORISTAS
Le agradezco el comentario..... pero obra de arte, es mucho, son solo un puñado de letras amontonadas...

Le regalo, el proximo capitulo..




Cap. V – El sistema.
“Entre conceptos matemáticos, estudios probabilísticos, ecuaciones metafísicas y rituales esotéricos, un simple fractal en estado de equilibrio es suficiente”




-Seguramente, Martin, usted lleva años jugando a la ruleta, no necesito que me lo confirme, su accionar frente al paño lo delata, y le digo más, su vida esta arruinada por este juego y por eso acepto el pacto, usted quiere revancha, quiere vengarse, quiere recuperar, pero sepa desde este primer instante, que la palabra recuperar no existe en la jerga de un profesional del juego, cuando se apuesta, se gana o se pierde, no se recupera jamás ni el dinero ni el tiempo perdido.

Yo comenzaba a escuchar a Adolfo, como se oye la catedra de esos viejos maestros que dan rienda suelta a su sabiduría cuando se sienten escuchados por un auditorio.

-Lección número dos, los números no existen.

-Perdón Adolfo, ¿cuál fue la lección número uno?

-Domine su ansiedad, esa es la lección número uno. Hijo, festéjeme el chiste, mire que lo pensé toda la noche. -Discúlpeme Martin, pero quería romper la atmosfera pesada de este lugar, ¿no la siente?

Realmente, se respiraba un ambiente cargado, por un lado, mi adrenalina y desesperación por conocer aquel sistema milagroso y por el otro lado, un hombre que comenzaba a transitar sus últimos días de su vida, tenía una sentencia de muerte firmada, solo faltaba la fecha de su ejecución.

-Más allá de la humorada, hijo, las dos primeras lecciones que usted debe aprender en este mundillo del juego, son, dominar su ansiedad durante la noche que no sale nada de lo que usted juega y debe olvidarse de la existencia de los números.

-Espere Adolfo, como que los números no existen, que apuesto una letra.

-Usted apuesta un número, la bolita cae en un número, pero tan solo son herramientas que posee el azar para mostrarnos fractales, estos se dispersan y se concentran a su antojo, pero cumpliendo algunas leyes estadísticas que son universales.

Aquellas palabras, parecían otro idioma para mí, que siempre apostaba rabiosamente a los números 8 y 11 y sus vecinos inmediatos del cilindro, me había formado como un clásico jugador de sectores, a veces, cambiaba de sector buscando algún central de tercera docena, que están todos juntitos cerca del cero, más de tres décadas con números para que este tipo me saliera con que no existían.

-Ya se hijo, que usted valora a los números, todavía recuerdo sus puteadas a aquel pobre 36 que lo desplumo, como si el tuviese la culpa de su enamoramiento con el 11, sea más equitativo, ame y odie a todos los números por igual.

-La enorme mayoría de jugadores, creen en los números como si fuesen amuletos de buena o mala suerte y buscan en ellos alguna señal divina, los cargan de responsabilidades y ellos, son simples símbolos, que nacieron números, podrían haber nacido letras o jeroglíficos, pero no, nacieron números.

-Pero Don Adolfo, usted dice que no existen, pero al apostar, apostamos números.

-No se confunda, apostamos fichas sobre números, la ficha acierta o falla, pero el resultado es producto del azar, no de donde usted coloco la ficha, usted acertara lo que le corresponde aunque tire su ficha desde el hombro y con los ojos vendados, eso sí, asegúrese de que caiga dentro del paño, sino, jamás va a acertar. ¿Debo cambiar los chistes?, o usted está demasiado acartonado todavía.

Me sentía confundido por esa clase primaria que Adolfo me brindaba, parecía tener cierta lógica ese razonamiento, sabia de cálculo de probabilidades, conocía leyes matemáticas aplicadas a los juegos de azar pero seguía siempre atado a mis inicios como jugador de sectores en donde los números son necesarios y le dan forma a la apuesta.

-¿Y cómo elige usted Adolfo, donde apostar?, yo note aquella tarde, que usted apostaba siempre una ficha por bola, pero la iba corriendo, ¿que usaba como guía?

-La ficha era mi guía.

-Sí, pero, a veces usaba chances, a veces jugaba sobre líneas, otras veces apostaba pleno, ¿porque variaba?

-Tome nota Martin, que va parte del secreto.

-La ficha intenta toparse con una racha positiva, al menos, intenta sincronizar con ella, se mueve usando todas las coberturas que el juego nos ofrece por la diferencia de tasa de pago que de ellas se desprenden, por eso, “abro” el paño o lo “cierro” pero ese detalle, lo veremos cuando hablemos de asumir riesgos; por ahora, solo tenga la bondad de gravarse a fuego que su ficha acertara y fallara más allá de su elección y que usar una sola ficha por bola es la mejor arma que tiene un jugador para enfrentarse a la banca.

Yo era consciente que había visto a ese hombre ganar dinero apostando una sola ficha, también el pasar económico, el cero kilómetro y algunos detalles del departamento referían a una buena vida, no sabía a ciencia cierta si ese bienestar económico de Adolfo, provenía del juego pero al menos el beneficio de esa duda existía hasta ese momento. No me veía a mí, jugando tan solo una sola ficha por bola, pero la intriga sobre aquella forma de juego me mantenía vivo y expectante.

-Vaya hijo, mañana a la misma hora nos encontramos que tengo algunos ejercicios para usted.

 

 PD. De ahora en mas, un capitulo por semana, hasta agotar stock Very Happy 
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Mensaje por hangar555 Sáb Nov 02, 2013 11:17 pm

Excelente Compañero realmente excelente 

lo seguimos un abrazo grande 


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Mensaje por fuper Miér Ene 22, 2014 5:54 pm

Te seguimos esperando el otro capitulo, no pares, sigue vas muy bien.

un saludo
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Mensaje por fuper Miér Ene 22, 2014 5:57 pm

Parece que ahora la unica cosa que soy capaz de leer son asuntos relacionados con mi carrera y con la ruleta, no se si alguno les pasa lo mismo, a la espera del otro capitulo.
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Mensaje por elegido Sáb Mar 01, 2014 6:42 am

Hola, soy nuevo pero realmente la historia me ha enganchado. Espero puedas continuar subiendo capitulos. Saludos
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Mensaje por voladora0 Sáb Mar 01, 2014 10:30 am

Esperando........
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Mensaje por Gherzio Sáb Mar 01, 2014 3:49 pm

Cap. VI – La cobertura.


“Subir y bajar el riesgo, es la teoría económica que a la larga lo va a favorecer”


Antes de acostarme, aquella noche pensé mucho en Andrea, hasta tuve que frenar el impulso de llamarla, tantos años habían pasado ya, que seguramente estaría casada, tendría pibes, hasta trate de imaginarla gorda, sin dientes y con varios críos a upa, tan solo, formas groseras de olvidarme de ella antes de dormirme.


Al despertar, puse la pava roja en el fuego, mientras se calentaba, pensaba en los años que esa pava tiene a mi lado, un recuerdo de la vieja, la ronda de mates amargos de siempre, algunas tostadas del día anterior y entre mate y mate, recordaba los gestos con que Adolfo me hacía hincapié en la necesidad de usar tan solo una ficha por bola, tenía preguntas para hacerle que seguramente lo descolocarían.


Aunque caminar no era una costumbre usual para mí, cada mañana recorría la distancia entre mi casa y el departamento de Adolfo a pie, eran temprano pero La Plata en época invernal cobija mucha gente, es una ciudad administrativa y universitaria, salvo los meses de vacaciones en el verano, el torrente de gente en la calle es similar a cualquier metrópolis.


Al doblar sobre la avenida trece, apure el paso, no quería llegar tarde el segundo día de clase, me sentía un alumno ejemplar asistiendo apurado a alguna clase de historia, siempre me gusto la historia, ya en la primaria, investigaba sobre los próceres argentinos, me imagina sus vidas, recuerdo una vez, haberme quedado dormido en una biblioteca leyendo  sobre la vida de San Martin, no recuerdo el autor ni el título de esa obra, pero si recuerdo las aventuras del general.


Al llegar frente a la puerta del edificio,  vi que Francisco, baldeaba la vereda, y renegaba entre dientes sobre los desperdicios fecales de los animales, manoteaba el aire gesticulando y puteando a media lengua, se sorprendió al verme, estaba muy entretenido con su escoba.


-Voy a lo de Adolfo, le dije, indicándole la puerta del edificio, solo movió su cabeza, como dándome permiso.


Al cerrar la puerta del ascensor e ir en busca del departamento de Adolfo, la puerta de este se encontraba entreabierta y su figura se veía desde el corredor.


-¡Buenos días! Adolfo, hoy vine con varias cositas para preguntarle sobre la charla de ayer.


-Pase hijo, lo estaba esperando, me gusta que sea puntual. ¿Quiere un cafecito hijo?


Acepte la invitación, y mientras tomábamos un café en la misma habitación que el día anterior, tome la iniciativa en la charla y le pregunte directamente algo que pensaba lo podría descolocar.


-Adolfo, usted ayer me dijo que una sola ficha es suficiente, pero si usted apuesta a un pleno tiene una probabilidad de acierto de 1/37, ahora, si usted esa misma ficha la apuesta en chance su probabilidad es de 1/2 menos la tasa del cero. ¿Más números, más probabilidad de acertar?


Adolfo, escucho mi pregunta de manera muy atenta y luego de unos segundos, me miro cancheramente y soltó una frase que todavía tengo gravada.


-Más probabilidad de acertar sí, pero más seguridad de acertar no. Además tenga en cuenta esto querido, acertar no significa ganar. Yo sabía que mi explicación de ayer, no lo conformaría, por eso, le dije que para hoy tenia algunos ejercicios, aunque algunos sean acertijos.


-Usted hijo, habrá visto salir muchas veces al número dos en la ruleta, ¿o me equivoco?


-No se equivoca Adolfo, si, lo he visto salir mucho y yo nunca lo tengo apostado.


-Imagínese que estamos en un casino, hay varios jugadores apostando, imagínese la siguiente situación; déjeme que le ponga nombres a los jugadores para identificarlos.


-Quique, un gordito simpático, aposto a rojo.


-Ricardo, un hombre mayor y pelado, aposto a impar.


-Rubén, un xenófilo cincuentón, aposto a mayores.


-Carlos, un economista liberal, aposto a segunda docena.


-Ramiro, un empleado del ferrocarril, aposto a tercera docena.


-Daniela, un señorita pulposa, déjeme recordar mi juventud, aposto primera columna.


-Francisco, el portero, aposto a tercera columna.


-Claudio, solo aposto al cero, le gusta el color verde esperanza.


-Mire que hay fichas en el paño, mire que si suma la cobertura total de números jugados le dé más de cien y el croupier travieso luego de caer la endiablada bolita canta, Negro el 2, y pasa el rastrillo.


-Hijo, la cobertura no le asegura acierto, no se trata de eso tampoco, vea como descartamos enemigos del jugador, ni criterio de selección, ni cobertura, aunque usemos a los dos, ninguno de ellos es responsable.


-Vamos  Adolfo, su ejemplo fue caprichoso.


-Tan caprichoso como el azar mismo, que solo se nos presenta como procesos de dispersión y concentración, algunos ven esos procesos sobre las agrupaciones de números, pero yo descubrí que tampoco va por ese lado la cosa. Se acierta o se falla, tan simple como eso Martin, las variables de este juego son tan solo dos, Acierto o Fallo, como actuamos nosotros ante esas dos variables es el sistema. Lo que le voy a decir ahora, es una frase muy ambigua, no me pertenece, pero aunque le suene ambigua es el pilar donde usted debe apoyarse siempre.


“Jugar menos cuando se pierde, jugar más se cuándo gana”


-Pero Adolfo, ¿cómo puedo jugar más o menos, si siempre estoy jugando una sola ficha?, siempre estoy jugando igual.


-Vio su ejemplito de hace un rato, que si un pleno, que si una chance, usted mismo tiene la respuesta en su pregunta, pero le dejo otra frase para mañana, tampoco me pertenece, es más, creo el autor es el mismo de la frase anterior.


“Para obtener resultados diferentes, hay que ver las cosas diferentes”


Mientras regresaba a casa, pensaba que ese hombre que comenzaba a transitar su despedida de este plano terrenal, tenía un gran secreto guardado y el compartirlo, no era más que alguna misión autoimpuesta o delegada pero me sentía feliz de haberlo puteado aquella tarde, de haber estado en el lugar correcto a la hora correcta.
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Ruleta, "Enamorar a la reina del salon" Empty Re: Ruleta, "Enamorar a la reina del salon"

Mensaje por Ruletilla Sáb Mar 01, 2014 4:14 pm

La verdad que la historia es muy interesante, yo tambien estoy enganchado y me esta abriendo mucho la cabeza, igual me estoy empezando a dar cuenta de alguna cosa que no pense...
Muchas gracias por aportar esta historia, la espero con impaciencia.

saludos
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Ruleta, "Enamorar a la reina del salon" Empty Re: Ruleta, "Enamorar a la reina del salon"

Mensaje por Binario Dom Mar 02, 2014 11:24 am

Hace tiempo que esperaba un nuevo capítulo.

Gracias.
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Ruleta, "Enamorar a la reina del salon" Empty Re: Ruleta, "Enamorar a la reina del salon"

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